Bohumil Hrabal: Yo serví al rey de Inglaterra
Si este libro me ha parecido una decepción supongo que es únicamente por mi culpa. Desde hace bastante tiempo andaba con ganas de leer a Bohumil Hrabal (Brno, 1914 – Praga, 1997) pero nunca se había dado la feliz coincidencia. Hasta que hace unos días sucedió: tenía en mis manos Una soledad bastante ruidosa y Yo serví al rey de Inglaterra, decidiéndome por el último animado por algunas frases de la contraportada (¡vaya ingenuidad la mía a estas alturas!) como por ejemplo brillante sentido del humor o considerado por Milan Kundera como el mejor escritor checo contemporáneo. A todo esto se unían los buenos comentarios habidos en blogs y reseñas periodísticas. ¿Resultado? Me había hecho grandes ilusiones con él. Pero veamos qué pasa con este libro.
Un joven llamado Jan trabaja en el Praga Ciudad Dorada como camarero. Allí tiene que someterse a la disciplina que se le impone y entra en contacto con personajes peculiares que visitan el lugar: gente bien, instruida, algún poeta, algún viajante, algún profesor, etc. Para sacarse unas monedas de más se dedica a estafar a algunas personas en la estación de tren a las que les sirve bocadillos de salchichas apañándoselas para tardar en darles la vuelta, finjiendo y haciendo tiempo hasta que han de marcharse en el tren. Sus ahorros terminan inviertiéndose en noches de amor con las señoritas de El Paraíso: vendía salchichas calientes con el claro objetivo de poder ir un día a El Paraíso, dice. Freud se pondría las botas con esto. Luego habla de fracs, de su abuela, flores, marchantes y muchas cosas más, hasta que se muda al hotel Plácido recomendado por un representante de una marca que conoció en ePraga Ciudad Dorada. De aquí en adelante más personajes llamativos y enredos.
Escuchad bien lo que voy a contaros.
Apenas había llegado al hostal Praga Ciudad Dorada, cuando el patrón me tiró de la oreja izquierda y me dijo: Serás el mozo del restaurante, ¿de acuerdo? ¡Recuerda, no has visto nada, no has oído nada! ¡Repítelo! Así pues repetí que en aquel restaurante no debía ver ni oír nada.
Ahora, ¿por qué digo que me ha decepcionado? Por un lado esperaba una mayor elaboración de las situaciones y los personajes, más detallismo y vigor, aunque es cierto que Jan va mejorando (no sólo económicamente) a medida que avanza el relato; por otro, me ha parecido un texto que con cierto humor se hace extremadamente lineal, y no sé si aburrido, aunque tiende a salvarlo Hrabal mediante la inlcusión de situaciones absurdas (esto no es peyorativo) y la introducción además de algunos recuerdos y escenas pasadas.
Estoy completamente seguro de que volveré a leer cualquier otro libro de Hrabal en cuanto tenga la oportunidad: tiendo a pensar que en la literatura la primera impresión no es la que cuenta.
Por último, ya sabéis que si queréis más lecturas y recomendaciones podéis seguirme en la siguiente dirección de Twitter: @PRADA_VAZQ