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Alejo Carpentier: El arpa y la sombra

El arpa y la sombra fue la última novela del escritor cubano Alejo Carpentier (Lausana, 1904 – París, 1980), publicada por primera vez en México en el año 1978. En este libro ofrece una interesante variación sobre un tema de gran importancia, por el alcance y la mitología que comporta, y que a nadie le puede pasar inadvertido: la figura de Cristobal Colón es sometida a la imaginación y literatura de Carpentier, ofreciendo al lector una visión renovada, y acaso más probable en términos psicológicos, del Descubridor genovés. La idea de este escrito tiene su origen en tres causas fundamentales que el propio Carpentier señala: la primera es que en 1937 él mismo había realizado una versión radiofónica de una obra de Paul Claudel titulada El libro de Cristobal Colón (1933), que le resultó demasiado excesiva en elogios y exaltaciones; la segunda fue otro libro, en este caso de León Bloy, en el que pedía la canonización del marino italiano (equiparándolo a Moisés y San Pedro); la tercera, el intento de beatificación por parte de los papas Pío IX y León XIII, petición esta que fue finalmente rechazada.

Alejo Carpentier (Google imágenes)

             Alejo Carpentier (Google imágenes)

La novela está dividida en tres partes: el arpa, la mano y la sombra. La primera y la última atañen a aspectos relacionados con los intentos de beatificación realizados por los papas ya mencionados. En La mano, probablemente el texto más interesante, conduce al lector al centro de la mente de Cristobal Colón, a la recapitulación que hace, en trance de muerte, mientras espera la llegada de un clérigo franciscano para su postrera confesión. Piensa en la gestación de su Gran Viaje y todo lo que hubo de hacer para conseguirlo, en sus ansias de alcanzar la gloria cueste lo que cueste, en verse como el Ensanchador del mundo. Es una confesión previa que nos brinda a los lectores, pues nos da cuenta de lo que dirá o no dirá al confesor expresando sus ideas más oscuras, las motivaciones de sus acciones, su fluctuante moral que se valdrá de cualquier ardid para conseguir sus propósitos. Transitaremos por los momentos más relevantes de su vida guiados por él mismo.

»Broncas, mugientes, tenidas en larga nota caída de la cofa, casi lúgubres, suenan las trompas de la nave que boga despacio, en tal cendal de neblina que del castillo de popa no se le divisa la proa. El mar, en derredor, parece un lago de agua plomiza cuyas quietas olas se dibujan en diminutas crestas que ablandan el filo sin nervarse de espumas.»

Lo interesante que ya resulta el tema del descubrimiento (un término polémico, sin duda, en este contexto) de América, se ve aquí enriquecido por el lenguaje preciosista, poético y evocador que despliega Carpentier, así como por su firmeza documental. Se asiste en definitiva a una variación de la figura de Colón que, si bien es imaginativa y literaria en términos psicológicos como ya he dicho, es muy estimulante por obrar de una forma que siempre me ha parecido necesaria: destruyendo las persona-mito, las visiones exaltadas de hombres y mujeres que, habiendo hechas cosas importantes y elogiables, sin duda, no por ello dejaron o dejan de tener sus  largas sombras.

 

Por último, ya sabéis que si queréis más lecturas y recomendaciones podéis seguirme en la siguiente dirección de Twitter: @PRADA_VAZQ

Alejo Carpentier: El reino de este mundo

Siempre que hablo de Alejo Carpentier (Lausana, 1904 – París, 1980) con alguien que no ha leído nada de él termino diciendo lo mismo: empieza con El reino de este mundo (Seix Barral, 1988), publicada originalmente en 1949. Dos son las razones fundamentales. La primera, porque en esta obra se muestran grosso modo las características de su prosa y de su imaginación (lo real maravilloso, el gusto por lo barroco, etc.); la segunda, su brevedad, que siempre suele ser atractiva en estos tiempos atascados de quehaceres.

Foto: Google imágenes

                 

Del argumento mejor avanzar poco: en la corte real de Henry Cristophe de Haití, la magia, el misticismo y las revueltas se unen de una forma enigmática. El protagonista es Ti Noel, un esclavo, que representa el punto de encuentro de una realidad histórica y una conciencia de raíces tribales, antiquísimas, avivadas y encarnadas en el misterioso Mackandal.

»Además, tan poca cosa era para él el rey de Inglaterra como el de Francia o España, que mandaba en la otra mitad de la isla, y cuyas mujeres -según afirmaba Mackandal- se enrojecían las mejillas con sangre de buey y enterraban fetos infantes en un convento cuyos sótanos estaban llenos de esqueletos rechazados por el cielo verdadero, donde no se querían muertos ignorantes de los dioses verdaderos.»

Seguramente, cualquiera que se anime a leerlo, sentirá la necesidad de conocerlo un poco más. Sus ensayos, dejando de lado su ficción (totalmente recomendable, qué voy a decir yo), son un ejemplo de agudeza intelectual y de respeto por las culturas menospreciadas por el egocentrismo occidental, anterior ya a la modernidad, que bien merecen la pena ser tenidos en cuenta por su riqueza. Lo bueno que tiene Carpentier es que escribió mucho y bien.