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Impresiones literarias

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W. R. Burnett: El último refugio

Uno de los pocos intereses literarios que no comparto con Juan Carlos Onetti es su desmedido gusto por la novela negra, por los relatos policiales y detectivescos. No es que yo los encuentre de alguna forma inferiores o  los menosprecie por sus estructuras más o menos predecibles, por sus personajes estereotipados, etc., sino, más bien, que no terminan de hacer nada por mí: me entretienen lo justo y rara vez siento que he invertido fructíferamente el tiempo (aunque por otro lado, esto no significa necesariamente que lo haya perdido).

El viernes pasado encontré la primera edición en español de El último refugio (High Sierra en inglés, 1940) que data solamente de 1992, escrita por el clásico W. R. Burnett (Ohio, 1899-Santa Mónica, 1982). ¿Por qué me fijé en este libro? Simple: recordaba haber visto la versión cinematográfica dirigida por Raoul Walsh con guion del propio Burnett y John Houston, en la que aparecen además Humphrey Bogart e Ida Lupino. Esta película fue una de las muchas que tuve que ver para una asignatura del quinto y último año de carrera, para una asignatura que tenía sobre la Historia del cine. No recuerdo haberla visto de nuevo, pero sí tengo una gran imprensión de ella, así que me dispuse a leer el libro para ver qué sucedía.

Tenemos a Roy Earle, un tipo duro, serio, sobrio, lacónico (todo así), que es un delincuente recién sacado de la trena por Big Mac, un tipo poderoso que tiene planes para él. Le pide que se vaya a California para ponerse a la cabeza de tres maulas, que precisan de un tío con arrestos que los dirija, y así atracar un hotel llamado Tropico Inn. En su viaje desde Chicago hacia el Pacífico conocerá a una familia y quedará de alguna forma prendado ya, desde que la ve, por la joven Velma.

Cuando, a principios del siglo XX, Roy Earle era un muchacho feliz en una granja de Indiana, no barruntaba, ni por asomo, que a los treinta y siete años sería un exconvicto indultado, conduciendo en solitario a través del desierto de Nevada y California, hacia un destino incierto en el lejano Oeste.

Obviamente el texto presenta ramificaciones interesantes, subtramas que redondean la narración y la cohesionan. Pero de alguna forma me ha sucedido lo de siempre,  que no he sido parte activa de la lectura porque estos libros/géneros no precisan de ello, algo que implica necesariamente que en mayor o menor medida me aburra. Pero sin embargo los cuentos de fantasmas (por decirlo de alguna forma genérica) que tienen una base similar, me suelen atrapar totalmente. Cuestión de gustos, supongo. Eso sí, es un libro, El último refugio, que hará las delicias de los lectores del género negro. En todo caso, admito que es una lectura interesante. De todo se aprende.

Lobo Antunes: Acerca de los pájaros

Hace unos años, en una entrevista concedida a una revista por António Lobo Antunes (Lisboa, 1942), el escritor decía »el primer libro del que no me avergüenzo es Acerca de los pájaros. Fue mi libro más rápido: seis meses; nunca más me ha vuelto a pasar.» Esta novela, tercera que publicaba allá por 1981, después de Memoria de Elefante (1979) y El beso de Judas (1979), no merece sin duda ningún tipo de pudor, de vergüenza por parte del escritor, porque es una pieza literaria de gran altura. Una técnica interesante y vocabulario certero son la clave de esta obra.

Foto: Google imágenes

             António Lobo Antunes (Google imágenes)

Acerca de los pájaros (Literatura Mondadori, 2008) es una novela que me fascinó desde la primera página. Porque al igual que comentaba en mi entrada anterior, en relación con Onetti, Lobo Antunes tiene también una fuerza y singularidad radicales, que lo hacen propio, único. Este libro da buena cuenta de su imaginación lírica, poblada de escenas nostálgicas y decadentes, sarcásticas, de experiencias que introducen al lector indefectiblemente en la historia que cuenta.

«Hablo lo más seriamente posible digo yo, y la voz tiembla, Vete al cuerno dice ella desde la cocina regulando el fuego y los azulejos amplifican su grito, lo astillan en mil partículas agudas, lo reproducen en un mosaico menudo de rabia, me siento en el sofá y pienso Qué desilusión esta sala, qué fúnebre la reproducción de Picasso de la época rosa en la pared, que fea tu escribanía con cajones, …«

Nos presenta a un hombre hastiado, cansado de todo lo que le rodea, de la superficialidad y carácter contradictorio de ese todo, de su inacción ante él, que emprende un viaje con su segunda pareja, decidiendo sobre la marcha cambiar el destino de Tomar a Aveiro. Cuatro días es el tiempo que abarca la novela (aunque es más, es todo en realidad), y en ellos el lector asiste a la doliente intimidad del hombre, a los sufrimientos que lo rodean, a la complejidad de la existencia que tiene como final, siempre, la realidad de la muerte. Rui, el protagonista, quiere dejar a su segunda mujer, pero finalmente no podrá porque las circunstancias, las obsesiones particulares de él lo envolverán en una sombra inmensa y fatal, a través de la cual los pájaros circularán libremente, de principio a fin.

Por último, ya sabéis que si queréis más lecturas y recomendaciones podéis seguirme en la siguiente dirección de Twitter: @PRADA_VAZQ

Onetti: Tan triste como ella

Siempre he encontrado en Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909 – Madrid, 1994) una ternura extraña. Cada libro suyo parece estar empapado de una tristeza irrevocable, apenas transmisible entre los propios personajes que recorren sus páginas. En Tan triste como ella y otros cuentos (Lumen, 1976) se aprecia especialmente el desasosiego paciente y el malestar encarnado, enquistado, en el que parecen estar sumidos hasta los objetos, los edificios, los jardines.

Foto: Google imágenes

                 Foto: Google imágenes

Sus cuentos, con su forma de decir, con su lenguaje tan propio de Onetti, son pequeños cosmos interrelacionados. Hay personajes de su mundo, está la Santa María infinita también. De los dieciocho cuentos de los que consta ( El posible Baldi, La cara de la desgracia, Jacob y el otro, El perro tendrá su día…) quizá los más relevantes sean el que da título al propio libro y El infierno tan temido: una historia de algo parecido al amor en la que una mujer envía fotografías pornográficas a su antigua pareja, en las que sale con hombres distintos en ciudades diferentes:

»Por qué no, llegó a pensar, por qué no aceptar que las fotografías, su trabajosa preparación, su puntual envío, se originaban en el mismo amor, en la misma capacidad de nostalgia, en la misma congénita lealtad

El amor es una constante en sus cuentos, al igual que en sus novelas, pero siempre es destructivo al fin y al cabo, siempre insatisfecho e inalcanzable en su plenitud. Y es por esto por lo que hay leer a Onetti en realidad: porque hace vida sobre el papel, no se estira persiguiendo una obra complaciente que agrade, sino más bien deja que discurra libremente, plagada con sus males e incertidumbres, con su ausencia de certezas. Por eso hay que leer a Onetti, creo, porque nos exige una lectura atenta y a cambio nos revela algunos secretos sobre la vida, que nosotros, como sus personajes, no somos capaces de comunicar.

Por último, ya sabéis que si queréis más lecturas y recomendaciones podéis seguirme en la siguiente dirección de Twitter: @PRADA_VAZQ