Thomas Bernhard: Corrección

por Alejandro Prada Vázquez

Curiosamente, leía la semana pasada un artículo en El País en el que hablaban de diez obras maestras que pocos han logrado terminar (algo que es exagerado, sin duda). Junto a importantes libros de Nabokov, Proust o Bolaño, se encontraba la que es una de mis novelas predilectas de Thomas Bernhard (Heerlen, 1931 – Gmunden, 1989), titulada Corrección (Alianza, 2003). Digo curiosamente porque la he releído estas semanas de atrás con la intención de escribir un post sobre ella para celebrar que los días 9 y 12 de este mes se cumplen, respectivamente, unos cuantos años del nacimiento y muerte del escritor austriaco. En el artículo citado se decía que su trama indescifrable, su desprecio por los puntos y seguido (y aún más los aparte), así como su obsesión por las frases subordinadas, hacían de este texto una lectura que repele al lector desde la tercera página. Como ya he dicho en alguna parte, el problema de los textos bernhardianos es que están escritos para lectores bernhardianos: si no estás dispuesto a entrar completamente en su laberinto, probablemente no seas capaz de valorar su literatura en su justa medida.

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                                         Thomas Bernhard

¿Es la trama realmente indescifrable? Por supuesto que no (creo que es importante señalar que por indescifrable quizá querrían decir inexistente, que son dos cosas distintas). El anónimo narrador llega a casa del taxidermista Höller, un hombre que vive en el valle de Aurach junto a su mujer e hijos, para instalarse en la buhardilla de su casa y examinar y ordenar los papeles, las miles de anotaciones que dejó un amigo común llamado Roithamer, y que se ha suicidado recientemente. Roithamer ha estado encerrado en la buhardilla intentando consumar un obsesión: diseñar y construir un Cono en el centro geométrico del bosque de Kobernauss en el que viviría su hermana, una arquitectura que sería para ella la felicidad suprema.  Partiendo de este punto, todo acontece en torno a la indagación que  hace el narrador en los papeles dejados allí por el suicida, que vivía a caballo entre Cambridge y la casa del taxidermista Höller. Por un lado, en la primera parte del relato, la voz nos sitúa en su propia llegada a la casa y su acomodo, así como en las primeras lecturas y recuerdos que se hacen de Roithamer. En la segunda parte, los textos de Roithamer abarcan prácticamente toda la narración y entramos profundamente en su realidad: la idea obsesiva de la construcción del Cono, la relación con sus padres, hermanos y hermana, especialmente con su madre, a la que no soporta, también el odio que siente por su pueblo natal, por sus gentes. Accedemos al universo de Roithamer.

Después de una neumonía al principio ligera, pero luego, por dejadez y descuido, súbitamente convertida en grave, que me había afectado a todo el cuerpo y me había tenido nada menos que tres meses en el hospital de Wels, situado junto a mi lugar natal y famoso en el campo de las llamadas enfermedades internas, me había dirigido, no a finales de octubre, como me habían aconsejado los médicos, sino ya a principios de octubre, como quería sin falta y bajo mi llamada propia responsabilidad, aceptando una invitación del taxidermista Höller del valle del Aurach, inmediatamente al valle del Aurach y a casa de los Höller, sin dar un rodeo por Stocket para ver a mis padres, inmediatamente a la llamada buhardilla de los Höller, para examinar, y quizá también ordenar enseguida, el legado recibido después del suicidio de mi amigo Roithamer

Entonces, y al contrario de lo que han dicho, la trama es realmente descifrable, sustancial, lo que sucede es que el vaivén del lenguaje, su precisión y peso, obstaculizan una desatenta penetración en la historia. Cualquier persona acostumbrada a leer con cierta regularidad y que sienta interés por las posibilidades del lenguaje y de la literatura caerá seducida (con esfuerzo por su parte, sin duda) por esta gran obra. Es cierto que quizá sea de las más complejas de Bernhard y, si nunca se ha leído nada de él, con toda probabilidad espante realmente al lector. Si éste es el caso, yo recomiendo empezar por sus Relatos autobiográficos, de los cuales ya reseñé uno aquí, o, si se prefiere una novela, Tala (Alianza, 2012). La clave de Corrección está en desentrañar el significado que tiene esta palabra en la novela. Un significado perturbador y quizá correcto. Sí, hay que leer (mucho) a Bernhard. (Mucho).

Por último, ya sabéis que si queréis más lecturas y recomendaciones podéis seguirme en la siguiente dirección de Twitter: @PRADA_VAZQ